jueves, 1 de diciembre de 2011

El valor de tomar las decisiones adecuadas

Reproduzco aquí un artículo interesante publicado en el suplemento "Aragón, un país de montañas", de Heraldo de Aragón, del 18 de agosto.


Vista desde el Pico Peiró

En la campaña de Montañas Seguras se incide mucho en la importancia de salir al medio natural habiéndose informado correcta y ampliamente antes de salir. Si la planificación no se ha hecho a conciencia, después será muy difícil que, una vez en el itinerario, sepamos dar respuesta a los imprevistos.

Sin embargo, tan importante como preparar bien los recorridos con antelación es tomar las decisiones adecuadas durante la actividad. Para ello, suele bastar con conocer todas aquellas variables que supone moverse por el medio natural y, a lo largo de la excursión, prestar la debida atención en caso de que se produzcan.

Estas circunstancias ocasionales, así como la manera de prevenirlas y enfrentarlas cuando surjan, pueden concretarse en una serie de puntos que las resumen, especialmente indicados para aquellas personas que tengan la responsabilidad de un grupo. Estos puntos son los siguientes:

–Valorar de forma constante que el resto de los que realizan la actividad con uno mismo está disfrutando. Gran parte de los retrasos, agotamientos y deshidrataciones se dan por no haber sabido darse la vuelta a tiempo. La persona que dirige al grupo debe estar pendiente de todos sus componentes. Un mal día lo tiene cualquiera.

–No separarse de los compañeros, ni dejar solo a nadie. Un número importante de los extravíos se dan en grupos que se han dividido o personas que se han separado del grupo principal por no tener más ganas o fuerzas para seguir. Si se sale juntos al monte, se debe volver juntos también. En ocasiones, la persona o personas que se quedan más atrás no son las que han preparado el recorrido o no tienen suficiente autonomía en el medio, por lo que, si los responsables los dejan atrás, es como si se les hubiera mandado solos a la montaña.

–Si es necesario, hay que tener en cuenta las alternativas más cortas que han debido prepararse antes en casa o, en casos más desfavorables, considerar darse la vuelta y volver otro día: ¡la montaña no se mueve de su sitio.

–Hidratarse y alimentarse correctamente, no hay que desatender esas necesidades básicas y debe evitarse el llegar a estados de agotamiento difíciles de solucionar.

–Atender a los más pequeños del grupo o a los que menos experiencia tienen de forma especial, pues ellos serán los que marcarán el ritmo del resto y el desarrollo de la actividad.

–Utilizar los mapas y una estimación de horario para asegurarse de que se van cumpliendo según lo previsto. Tomar la decisión de acortar el itinerario si se ve que no es así y que la caída de la noche, o un exceso de horas de excursión, comprometen la seguridad del grupo.

–Comprobar que la meteorología no supone un riesgo: el tiempo en montaña es muy cambiante y, además, varía de un valle a otro, por lo que las previsiones pueden fallar. Tampoco es nada extraño que los cambios meteorológicos puedan adelantarse respecto al pronóstico. A pesar de haber consultado la meteorología antes de salir, es mejor comprobar que la realidad confirma lo esperado y que esta no supone un problema para completar la actividad.

UNA REFLEXIÓN A TIEMPO

En general, si se analizaran uno por uno los rescates que se producen en montaña, se podría constatar que una proporción bastante grande se producen por las decisiones que, sobre el terreno, toman quienes las realizan. Conviene insistir en que la idea de que saber renunciar a tiempo, o reconducir la salida hacia otra más sencilla o corta, será en ocasiones la garantía para que las cosas salgan bien, volvamos a casa a una hora razonable y, sobre todo, contentos y satisfechos.

De este modo, aquellos que nos acompañan querrán volver a salir otro día, una cuestión que debe tenerse especialmente en cuenta cuando tratamos con personas que se están iniciando en la montaña.

Someter a nuestro cuerpo o al de nuestros amigos a un esfuerzo excesivo es la causa más frecuente por la que se originan percances: tanto agotamientos como deshidrataciones y extravíos suelen producirse por haber bajado la guardia en algún momento. Por otra parte, bastantes veces ocasionan un rescate que se podría haber evitado. Solo es cuestión de prudencia, unos minutos de reflexión y saber desistir, antes de que sea demasiado tarde, de nuestro plan inicial.