sábado, 18 de septiembre de 2010

Una noche en el Pico Cabañas (2.026 m)

Ésta es una de las excursiones que seguro que no voy a olvidar en la vida. Empezó como la aventura de dedicar uno de los últimos días de las vacaciones de verano a hacer una cima señalada de la Sierra de Cazorla, en Jaén, a través de las instrucciones de un experto montañero plasmadas en un papel y acabaron siento 24 horas de emociones compartidas.

Hicimos noche, de forma no programada, otra amiga y yo en la cima del Cabañas y allí pudimos ver las estrellas, observar constelaciones como la de Casiopea, y un satélite que parecía una estrella y, al amanecer, ver, en la lejanía preciosa de colores naranjas y rosas, el mar de Almería.

Las enseñanzas que he podido aprender son muchas:
-La montaña, compartida, es más montaña. Tanto con tus acompañantes como con las personas que te encuentras en el camino.
-Hay que mirar al reloj. Hicimos cima tarde y deberíamos haber vuelto por el mismo camino. Dios quiso que siguiéramos adelante... nos regaló una aventura... y nos previno para futuras.
-Salir con mucho más tiempo del previsto; salir pronto y así, ante imprevistos, siempre queda margen de maniobra. En nuestro caso, pensábamos que nos sobraba el tiempo, la verdad, pero no fue así en absoluto.
-Cuando alguien me sugiera alternativas, escucharlas bien y memorizarlas con alguien más del equipo. En esta ocasión, esa alternativa nos hubiera venido muy bien (unas cuantas fotos al camino alternativo propuesto desde la cima, también nos hubieran podido animar a coger esa alternativa).
-Llevar el móvil con suficiente bateria. Gracias a eso, pudimos avisar.
-Llevar siempre mapa y consúltalo. Nos fue útil en varios momentos, y, cuando se desdibujó el camino, lo que nos obligó a retroceder y ver anocher en la motaña, no miramos el mapa, sólo las instrucciones descritas en el papel. Seguramente, nos hubiera orientado.
-Disfrutar de cada instante y buscar soluciones constructivas y serenas con el resto del grupo. Así se vive cada experiencia como algo positivo y enriquecedor. Ese fue nuestro caso.

Bueno, por ahora esto es todo. Seguro que hay más cosa que decir... Teresa, puedes tomar la palabra. Yo sólo añado que me he quedado con las ganas de hacer el tramo que no concluimos y que, aunque no lo veo probable a corto plazo, el regreso al Cabañas ya está anotado en mi lista de pendientes.

Y, también, dar las gracias a todos por todo lo que ocurrieron estas 24 horas y perdir disculpas por las molestias causadas, a las personas que estaban abajo y a las que estaban arriba o a mi lado. :-)

La luna que se ve en la foto de arriba era muchísimo más grande. La cámara del móvil la ha reducido mucho. En ese mismo instante, al otro lado de la montaña, se veía esto:



Teresa, esta foto es para ti... a ver si te sirve de orientación para saber por donde fuimos, teniendo en cuenta el Picón de Hernández (al fondo, el embalse de la Bolera, también de gratos recuerdos).




En la cima:
En la siguiente, al fondo, se intuye Sierra Nevada (se veía mejor allí):
En la foto de abajo, al fondo están, en teoría, que yo no las conseguí ver, Úbeda y Baeza.

2 comentarios:

Carol dijo...

Q miedo, menos mal que todo salió bien, debe ser toda una experiencia ver anochecer en medio de la montaña, rodeadas de silencio. Bsos!

Estela dijo...

La verdad es que no pasamos nada de miedo. Y sí, el anocher fue bonito, pero muchísimo más bonito y espectacular fue el amanecer. Nunca he visto cosa igual. Silencio... hubo, pero también mucha conversación nocturna, ya sabes, de esa en la que se habla de cosas verdaderamente interesantes.

:-)